París, 3 ago.— El trigésimo octavo sábado consecutivo de movilización de los chalecos amarillos en diversas ciudades de Francia tiene hoy como centro el homenaje al fallecido joven Steve Caniço, a quien consideran una víctima de la represión.
En las redes sociales, la convocatoria a protestar este fin de semana incluye un minuto de silencio para recordar al joven de 24 años, cuyo cuerpo fue encontrado el lunes en el río Loira, al cual cayó en la madrugada del 22 de junio, cuando la policía dispersó en Nantes un concierto tecno celebrado en el contexto de la popular Fiesta de la Música.
Los chalecos amarillos fueron invitados por los organizadores del acto 38 de reclamos sociales, desde que comenzara el movimiento en noviembre pasado, a portar un brazalete negro.
El llamado a un nuevo fin de semana de marchas también insta a los participantes a exigir la renuncia del ministro del Interior, Christophe Castaner, responsabilizado por actuaciones violentas de la policía.
La muerte de Caniço amenaza con convertirse en una nueva crisis para el Gobierno del presidente Emmanuel Macron, justo cuando mejora en las encuestas después de alrededor de un año de tensiones por las protestas de los chalecos amarillos, el asunto Benalla y la reciente dimisión del ministro para la Transición Ecológica, Francois de Rugy.
Mientras el ejecutivo esgrime que la policía no usó la fuerza desmedida ni injustificadamente en la fatídica madrugada del 22 de junio, sectores de la oposición, tanto de derecha como izquierda, y ciudadanos rechazan la versión oficial.
Demandan explicaciones acerca del empleo de decenas de granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y balas de goma contra los presentes en el concierto, aun cuando algunos de ellos lanzaron objetos a los uniformados.
Otras organizaciones y amigos del fallecido joven convocaron para mañana a movilizaciones de homenaje y para demandar justicia, con la occidental ciudad de Nantes en el epicentro de las actividades.
El prefecto de Nantes, Claude d’Harcourt, señaló la víspera que las manifestaciones en el centro de la urbe están prohibidas, ante la preocupación de que individuos violentos intenten sacar provecho del tema.
D’Harcourt reconoció el derecho de los amigos y los familiares a recordar a Caniço, aunque estos últimos han tomado distancia de todo lo que no sea pacífico y descartado acudir a las concentraciones.
