La Habana, 24 mar.— El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) celebra hoy 60 años de fundado, con el orgullo de haber extendido la pasión por el cine a todo el país caribeño.
Para festejar el aniversario, la Cinemateca de Cuba ofrece en su sede -el cine 23 y 12, de La Habana- durante todo 2019, una amplia muestra retrospectiva de la obra del Icaic a lo largo de seis décadas que incluye clásicos como Memorias del subdesarrollo (1968) y Fresa y Chocolate (1993), ambas del director Tomás Gutiérrez Alea.
Esta última se convirtió en la primera cinta cubana nominada a los Premios Oscar en Estados Unidos, en la categoría de Mejor Película Extranjera, mientras que en España conquistó el Premio Goya al mejor largometraje extranjero de habla hispana.
También, este mes se realizó un evento teórico dedicado a reflexionar sobre los años fundacionales de la industria fílmica cubana, en el cual participó el intelectual franco-español Ignacio Ramonet, quien descubrió el país precisamente gracias a su cine y dedicó la Tesis de Maestría a estudiarlo.
Como parte del programa de celebraciones, el Icaic inauguró una sala del Multicine Infanta, de La Habana, con el nombre de Santiago Álvarez, una de las figuras sobresalientes del cine latinoamericano cuya labor conquistó más de 80 primeros premios en festivales internacionales y concursos nacionales.
De las actividades recientes también sobresale la inauguración de una librería en el Cine 23 y 12, la primera en Cuba dedicada expresamente a acopiar la literatura en torno al séptimo arte y la presentación del documental Retrato de un artista siempre adolescente, de tributo al realizador Julio García Espinosa.
De acuerdo con los registros históricos, el Icaic quedó constituido en la primera ley revolucionaria en el ámbito cultural (la # 169), firmada en 1959 por el líder cubano Fidel Castro, junto a otras autoridades del momento.
Aquella norma define el carácter, estrategia y propósitos que caracterizarían a la realización cinematográfica en este país, a partir del presupuesto de que ‘el cine es un arte’.
El artículo primero de la ley dejaba en claro el propósito de ‘organizar, establecer y desarrollar la Industria Cinematográfica, atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana y en los fines de la Revolución’.
Merece realce que el Icaic propició la formación y consolidación de profesionales del cine relevantes para el continente y buscó exhibir obras de la cinematografía internacional con el objetivo de elevar los referentes culturales de los espectadores: el pueblo en general.
Gracias al esfuerzo de la entidad, un sistema de Unidades Móviles llevó el cine de forma gratuita a los lugares más intricados y distantes del país, para que fuese accesible a todos.
A principios de la década de 1960, el Icaic también auspició la creación del grupo de experimentación sonora como un colectivo de trabajo dedicado a la creación de música para documentales y películas.
Con esto se pretendía relanzar la perspectiva de la música cubana fuera de los criterios del mercado y el director del grupo fue nada menos que Leo Brouwer, nombre junto al cual figuraron los de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y Sara González, entre otros miembros de la llamada Nueva Trova Cubana.
Sin dudas, el Icaic irradió otras artes en la isla y su principal evento sigue siendo uno de los más prestigiosos en el continente: el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, cuya próxima edición está prevista para celebrarse del 5 al 15 de diciembre. (Martha Sánchez Martínez)