Maestra santiaguera reincorporada asegura haber nacido con la virtud de enseñar

Santiago de Cuba, 21 dic.— La maestra santiaguera Magalys Alcedo López es una de las tantas educadoras cubanas que volvieron a las aulas luego de acogerse a la jubilación, por el sentido de pertenencia por la profesión que abrazó cuando tenía 17 años.

Desde entonces trabajó en la enseñanza pre-escolar en círculos infantiles como La Edad de Oro, Sueño Dorado, Los Abelitos, Sol del Mañana, Antonio Fernández León y Ana de Quesada, entre otros, y en este último se encuentra actualmente en un aula de ese nivel.

En una ocasión, comentó, prestó servicios en la Facultad de Cultura Física de Santiago de Cuba y pudo constatar lo importante que era para ella recibir la ternura y el amor que profesan los niños, por eso decidió quedarse en pre-escolar hasta jubilarse a los 55 años, en el 2012.

Fue grande el impacto de estar en casa, dijo, sin nadie con quien hablar durante casi todo el día, ya que sus dos hijas trabajan, una licenciada en Economía y la otra en Sociología, y los cuatro nietos permanecen en sus respectivas escuelas.

En ese mismo año se reincorporó y dice sentirse como en familia en el “Ana de Quesada”, por las buenas relaciones con sus compañeras y los niños tan maravillosos que tiene.

Licenciada en Educación Pre-escolar y con una Maestría en esa enseñanza, Magalys lleva en la sangre la pasión por educar, ya que casi toda la familia escogió el magisterio por amor, y recuerda que su padre, desde niña, le decía: “Tienes que ser maestra”.

Para ella, se requiere de gran responsabilidad para crear valores y sentimientos, no solo en las aulas, sino también en el seno de la familia, en la comunidad, en la parada de ómnibus o en la bodega, al ser un titulo que se lleva en el alma y el corazón hasta la muerte.

Piensa Magalys que este sea su último curso, luego de cinco años de reincorporada, pues los achaques a los 63 años, de ellos 46 dedicados a las aulas, se hacen sentir con mayor fuerza, aunque manifiesta estar presta a seguir ayudando a quien toque su puerta en el Centro Urbano Abel Santamaría.

Antes de terminar recalcó que el maestro quiere esa profesión porque nace con esa virtud, mientras se seca los ojos, emocionada. (Marlene Montoya Maza)

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