Santiago de Cuba, 7 nov.— La historia es la historia y los hechos y acontecimientos que la han conformado durante siglos, no deben ser olvidados por la humanidad porque ellos constituyen su memoria histórica.
Y uno de estos acontecimientos, fue la Gran Revolución Socialista de Octubre que llevó al poder por primera vez a la clase obrera y estableció un nuevo orden social basado en los principios del marxismo-leninismo, como es el Socialismo.
El 7 de noviembre de 1917, por el calendario moderno, el disparo del Crucero Aurora, marcó el instante en que obreros y campesinos se lanzaron a la toma del Palacio de Invierno, derrocando al régimen zarista.
Bajo la certera guía de Vladimir Ilich Lenin, la Revolución de Octubre dio paso a la creación de la Unión Soviética, que tras no pocos tropiezos al inicio, llegó a constituir una potencia mundial económica y militarmente, garantía del mantenimiento de la paz en el planeta. Eso quedó demostrado cuando la Unión Soviética enfrentó casi de forma unilateral la agresión de la Alemania Fascista de Adolfo Hitler destrozando a una de las más poderosas maquinarias de guerra que hasta ese momento había conocido la humanidad.
De esta conflagración, la Unión Soviética salió prácticamente en ruinas y teniendo que pagar un alto precio en vidas, al perder más de veinte millones de sus hijos en la guerra.
La victoria soviética sobre el fascismo abrió las puertas del Socialismo en otras naciones europeas y consolidó ese nuevo orden político y social en otras regiones del mundo.
Después de la guerra, la Unión Soviética resurgió con todo su poderío militar y económico, que constituyeron verdaderos baluartes de oposición al capitalismo feroz y a su máximo representante: el imperialismo.
Lamentablemente la Unión Soviética no pudo seguir el gran rumbo trazado por Lenin y un día desapareció por las ambiciones de quienes traicionaron su pensamiento, pero el ejemplo de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917, 101 años después está presente en la obra revolucionaria de otros pueblos de Asia, África y América Latina y son cada vez más los que piensan que ese ejemplo tiene que regresar, para que Vladimir Ilich Lenin vuelva a nacer como esperanza de mundo.
