Adela Legrá, una gran pasión y amor infinito

Por María Elena López Jiménez

Santiago de Cuba, 27 oct.— La actriz Adela Legrá siempre es y será noticia. Su protagonismo nunca pasa aunque hoy esté retirada del cine cubano. Sus películas Manuela y Lucía permanecen como memoria en la mayor de las Antillas, obras que la dieron a conocer en Latinoamérica.

Recibió en el XIV Festival Internacional de Cine de Gibara el premio Lucía de Honor conjuntamente con otra grande de la pantalla, Eslinda Núñez y la familia de Humberto Solás.

El periodista José Ramírez Pantoja escribió refiriéndose a tal distinción una descripción de la reconocida artista devenida santiaguera, así: “Una rebelde con causa. Para hablar con Adela Legrá hay que estar preparado para reír y para llorar. El que vea sus películas ya está frente a la mujer de carne y hueso con un carácter fuerte, y a la vez una dulzura incomparable.

La primera noche del Festival le fue entregado el Premio Lucía de Honor. Creí que no iba a soportar tanta emoción y los que nos emocionamos fuimos nosotros, su público, cuando la vimos tan viva, tan lúcida en el documental Manuela, el rostro rebelde del Cine Cubano, de Manuel Jorge Pérez. Los aplausos que estremecieron al Cine Jiba cuando le entregaron el Premio y al concluir el documental, dan fe de lo que ha sabido ganarse esta sencilla y rebelde mujer.”

Hizo época en la segunda mitad de la década de 1966. Desde entonces la cinematografía cubana tuvo que contar con ella. Actualmente vive en esta ciudad suroriental del país, en la barriada de Cuabita, lugar que le recuerda a su terruño natal en la antigua provincia de Oriente. En el año 2000, En sus siete décadas de existencia, un periodista la redescubrió y escribió que en su transitar por la vida va sin rencores pero con buena memoria. Actualmente posee los valores que la hicieron brillar en la trayectoria artística: rebeldía, voluntad, franqueza y sencillez a toda prueba.

Cuando Humberto Solás la encontró, Adela trabajaba como activista social en Baracoa, ciudad primada de Cuba y el cineasta estaba en la búsqueda de una muchacha para la protagonista de su película Manuela. Ya tenía tres hijos y con plena madurez como mujer. Lo que nunca se imaginó que su historia se transformara tan rápido y que ella llevara el talento histriónico innato: la primera prueba, reír, llorar y desmayarse; todo muy natural y la seleccionaron.

Llegó a la capital cubana por primera vez y actuó en el filme Manuela, película que fuera exhibida en algunos países. Lucía representó el segundo triunfo; se estrenó en octubre de 1968; a los pocos días parió su cuarto hijo. El público también pudo disfrutar de su valía en Rancheador, El brigadista, Aquella larga noche, Polvo Rojo y en seriales para la televisión Algo que debes hacer y La gran Rebelión. Papeles secundarios interpretó en Vals de la Habana Vieja, Adorables mentiras, Cuerpo de detective, Tirano Banderas y Maité; entre ellas, figuran algunas coproducciones con Canadá, Francia y España.

Nunca fue actriz de plantilla. Estudió hasta la enseñanza secundaria. Después de un período en el cine, volvió a sus mismas labores en el Segundo Frente con su nombre verdadero: Adelaida López Legrá. Trabajó como auxiliar de corte de negativos en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC); menos la química aprendió todos los pasos en el proceso de las películas. Sus últimos años, antes de jubilarse, se empleó como proyeccionista.

En 1999 la declararon huésped ilustre en la ciudad cubana de Santa Clara. Le gusta mucho el cine brasileño al igual que el argentino y el mexicano.

De sus sueños no realizados, declara que le encantaría interpretar a la luchadora desaparecida Celia Sánchez Manduley y a la artista mejicana Frida Kahlo, así como foguearse en la dramatización radial, aunque ya deja atrás más de siete décadas de vida.

En esta crónica no puede pasar inadvertida la respuesta que le dio al periodista José Ramírez: ¿Qué me quedaría por lograr…? Chico, me has puesto a pensar. Yo creo que lo he logrado todo. Con mucho esfuerzo, pero he logrado todo lo que me he propuesto. Más tarde o más temprano, pero lo he conseguido. He logrado dos cosas fundamentales: una familia preciosa y el respeto y el cariño de mi pueblo, ¿Qué más le puedo pedir a la vida?”

Para ella, su carrera se definió como una demostración a sí misma de lo que pudo dar. Hace mucho tiempo que Santiago de Cuba la acogió como hija; de la ciudad vive agradecida, sus vecinos, el jardín de su casa y el huerto en el cual, a veces, cada mañana, siembra una planta como reconocimiento de sus pasiones.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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